La Fuente del Vino es un homenaje a esta bebida emblemática a través de una historia de amor. Construida con materiales autóctonos invita a los visitantes a llevarse un recuerdo inolvidable de su paso por el lugar.
A través de los años se ha convertido en un detención obligada de los turistas que visitan San Rafael.
La Fuente del Vino fue realizada en su totalidad con pórfido de las canteras que posee la empresa en la zona de Valle Grande. En su diseño trabajaron personal de Bodega Labiano bajo la dirección de la artista sanrafaelina Daniela Merenda.
En la isla griega de Kea vivía un joven llamado Laertes, quien dedicaba su vida al cuidado de las viñas del dios del vino Dioniso. Todos los años el joven recolectaba de estas vides, los mejores racimos para ofrendarlos a su dios. En unos de los viajes al viñedo se encontró con Actea cuya vida estaba ligada a un manantial divino, cayendo perdidamente enamorado de ella.
Laertes comenzó así a ofrendarle también racimos del viñedo eterno a su amada provocando la furia de Dioniso que de inmediato decidió abatir a la joven ninfa, secando el manantial que le daba vida.
Al ver a su adorada agonizar por la desaparición de la vertiente, el joven intentó conducir las aguas de un arroyo cercano al lecho de la fuente, moviendo grandes piedras que lo debilitaron hasta caer agonizante a la vera de su cauce. Con sus últimas fuerzas, logró aplastar los racimos que traía como ofrenda a su amada, los que comenzaron a verter sus jugos en el manantial produciendo un torrente imparable del más exquisito vino tinto, devolviendo así la vida a Actea. Dicen que donde cayó Laertes nació una viña inagotable y que todos los días va la ninfa con su cántaro de vino a regarla y llorar por su amado.
Creamos esta leyenda y construimos La Fuente del Vino en honor al amor y al vino, para que en los visitantes a ella renazcan estos dos mágicos componentes de la vida.